jueves, agosto 16, 2007

LA NIÑA DEL PESERO

Es de noche.

Afuera llueve como lo ha hecho casi todo el mes.

Él espera en una ancha calle llena de luces móviles que le agitan el cabello, apenas si atina a cubrirse las gotas que le resbalan por la cara, de cuando en cuando se pasa la mano por la frente, se sacude un poco y mueve los hombros que cada vez le pesan más.

Parece que se le ha hecho un poco tarde, porque la combi no termina de llegar para trasladarlo cerca de su casa: un espacio de cuatro paredes, una cama, un pequeño buró, una repisa con unos cuantos libros, un mueble viejo de múltiples usos que a él le sirve para planchar, y una lámpara que muy a fuerzas ilumina sus pensamientos.

Pero él sigue en esa enorme avenida de relampagueantes bólidos, que llevan rostros sin forma, opacos y borrosos ocultos en cristales, mientras la lluvia continúa lenta y persistente, semejante a brisa marina de la ciudad, que difumina las cosas, las pixelea disminuyendo su calidad.

Él busca con la mirada la ruta que habrá de transportarlo, no la azul ni la roja, tampoco es la verde, ni la amarilla, en realidad se trata de la ruta gris, la número uno, la que toma por el Libramiento y lo deja en el IMSS, la que todos conocen como Circuito.

Está a punto de darse por vencido, sabe que ya es tarde, no decide si tomar un taxi o emprender una larga caminata y empaparse de verdad, cuando ve que se aproxima un “pesero” que por obra de la providencia es el suyo. Levanta la mano para detenerlo, pidiendo mentalmente que no vaya lleno, lo que comprueba al verlo parar.

Sube agradecido y se deslumbra ante el brillo de la luz interna que cubre el interior, tan brillante que por momentos lo enceguece. Toma asiento en la parte trasera casi sin darse cuenta en los demás pasajeros, abstraído como está por la larga espera, tiene el deseo de cerrar los párpados, húmedos párpados, y dejarse llevar por las imágenes que desde hace tanto tiempo lo acompañan.

En ese momento, justo entre la mitad de su cansancio, a punto de encorvar también la espalda, se da cuenta que a su lado está un ángel: una pequeña niña sin edad que le sonríe.

De pronto escucha música como de la nada; es una música nueva que invade, que se adueña de todo a su alrededor, y sin haberla escuchado nunca antes él se reconoce en ella, sabe de qué se trata, mira a la niña a los ojos y le devuelve la sonrisa.

Después, cuando la combi realiza todo el recorrido y llega a su base, en el momento en que ya todos los pasajeros han descendido, sólo queda uno, a simple vista él duerme, pero en verdad camina de la mano, desde mucho atrás con una pequeña niña sin edad, mientras los dos sonríen.

7 Comentarios:

Blogger Unknown dice...

:')

CE!
Fue en verdad hermoso ese cuentito, snif... casi me sacó lagrimitas... Me encanta cómo puedes compactar una historia redonda en un cuento corto. Te admiro por eso.
Un abrazo.

6:57 a.m.  
Blogger Telîthâz dice...

tiernisimo relato, me rajo buenos recuerdos...

saludos ce pequeño ;)

10:08 p.m.  
Blogger Telîthâz dice...

quise decir, trajo xD

10:08 p.m.  
Anonymous Anónimo dice...

Azar o destino?
La lluvia y sus misterios... todo conjuga para el encuentro entre ese "ángel" y ese hombre cansado.

Triste, y no por ello no bello.

Beso, Ce

3:56 a.m.  
Blogger Ce pequeño dice...

Hola famosa mujer:

Cuando me dices que escribí algo redondo y eso te admira, es que sabes, muchas veces, la mayoría de ellas, cuando pienso en las historias, son unas, y al escribirlas ya son otras o al menos terminan de una manera que en su momento no era lo que había planeado. No sé, este cuentito pretendía ser algo distinto, y de pronto la lluvia y las niñas que parecen ángeles, que irradian, te digo que no sé.

Gracias por pasar, yo ya me he dado mis vueltas en tu departamento de soltera, ahora que regresaste a LFX y ya se puede comentar.

Te dejo un abrazo.

*******

Oye Izhi, que también tú me has traído recuerdos desde Perú, país de mis amores ficticios, rodeados por una fina garúa.

Te doy la bienvenida, y las gracias por pasar, por dejarme tus palabras.

Muchos saludos.

*******

Mi querida Mar:

Das en el punto exacto, eso lo comentaba más arriba, te diría que es el destino, pero por dios, creo tanto en las casualidades, se me antoja pensar que sin esperarlo, casi siempre ocurre que aparece algo y te cambia la vida.

Me voy más por la belleza, que lo triste llega solo, y después, y después ni cómo despegártelo.

Que hermosa imagen como ícono, me gustó mucho, tengo que ir a verte pero ya.

Un gran beso.

8:37 p.m.  
Blogger cieloazzul dice...

mmmmm, yo siempre he creido que tu además de tener un ángel que no sólo te acompaña en los momentos más criticos, sino que te recuerda el verdadero sentido de la sonrisa...tienes una ejercito de querubines que te ilumina y engrandece...
Además.... sin personalizar demasiado:d, decirte que la lluvia además de mojar, sirve para llevarse en sus gotas que escurren aquello que nos pesa y preocupa...
Hermoso como siempre tu relato, que más que eso, es un instgante de vida que a mi me ha hecho alargar la mano y estrujarte...
Te beso querido mio... te beso con sonrisas...

2:21 p.m.  
Blogger Ce pequeño dice...

Gracias mi Cielo por pensar y creer eso.

Me gusta que la historia te parezca hermosa, además lo que dices sobre el verdadero sentido de una sonrisa es algo que me encantó.

Es cierto, nos olvidamos de lo que significa la posibilidad de que un ángel pueda sonreirnos y cada día puede pasar.

hasta en los días lluviosos.

Gracias por esos besos con sonrisas.

3:50 p.m.  

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