EL HORRIBLE CASO DE LA VIRGEN LOCA, PARTE FINAL
Amalia, con las manos y con los ojos, les dijo a los demás que le ayudaran, que sujetaran al animal para que no siguiera ladrando, luego, con esa voz sin emitir sonidos sino verdades, le musitó algo en la oreja al perro, unas cuantas palabras que los demás no pudieron escuchar, y por un momento éste se quedó quieto.
Sólo fueron algunos segundos, tras los que el animal, desesperado, intentó zafarse de los muchos brazos, de las palabras de Amalia, de su silencio, pero ésta ya había tomado un costal y con la ayuda de todos lo metía rápidamente hasta amarrarlo para no dejar que saliera ni un solo ladrido.
Luego, nadie lo supo, ni pudieron hacer nada para remediarlo, únicamente escucharon el golpe seco de la pala que se agitaba en los brazos de Amalia, un gemido y el silencio último del perro, que ya no sintió los otros golpes caer.
En ese momento, todos, hasta los pequeños en su inocencia, supieron que algo pasaría esa noche que estaba por comenzar.
La tía, la hermana, la hija, la sobrina que era Amalia, había dejado de serlo, junto con esa furia que parecía salir de su interior también esparcía una especie de hechizo desconocido, un halo que les hacía bajar la vista, que los llenaba de incertidumbre, algo oculto entre los ojos extraviados de una mujer que ya no era la misma.
Ellos estaban simplemente a la espera de que la noche los cobijara, en un día cubierto de horas sin alimento, alejados de todo, callados, llenos de zozobra, inundados de miedo.
Escuchaban que Amalia rezaba y la imitaban, siguiendo sus palabras como una letanía, algo intuían que los ladridos del perro no habían sido otra cosa que la manifestación del mal y estaban temerosos de que no supieran detenerlo.
No distinguieron cuánto tiempo, ni en qué momento los otros animales corrieron la misma suerte del primero, apenas si tuvieron un respiro para ver cómo eran acalladas esas “voces”, esas revelaciones de que algo demoníaco estaba ahí, en esas cuatro paredes.
Lo cierto es que ya no era Amalia la única que había levantado la mano, ahora los demás habían participado también, con un palo, con un machete, con sus manos y sus pies, desesperados por la exigencia de silencio, como si el sonido alentara la llegada de alguien que pudiera hacerles más daño.
Entonces uno de los niños, el más pequeño empezó a llorar, y después le siguieron otros dos, menos la mayor, con un llanto que llenó cada uno de los rincones de esa casucha que parecía derrumbarse.
Amalia, con las manos en la cabeza, con los ojos cerrados musitando plegarias, enloquecida, se puso de pie, y con voz enronquecida gritó como para sí, pero dirigiéndose a su familia: que ahora “el maligno” ya estaba en casa y, abriendo los ojos, miró a sus tres sobrinos que lloraban.
Fue ahí cuando las pocas velas y veladoras que estaban encendidas se apagaron, temerosas de ver lo que en esos minutos, justo en es ese prolongado instante habría de pasar.
Después vino el silencio otra vez, un silencio tan profundo como la nada, un silencio de sangre derramada...
Cuando la puerta de la casa se abrió, cuando el estrépito de la madera rompió ese silencio, cuando las miradas incrédulas, y las voces se precipitaron llenando esas cuatro paredes y cada pedazo de tierra apisonada quedó cubierta por la desesperación de la impotencia, ya la vida había huido de la familia Raya.
En un rincón, con los ojos perdidos, en un espacio lleno de cuerpos inertes, Amalia seguía, de rodillas, murmurando apenas en un susurro que todos estaban bien, que todos fueron salvados.
Algo que repite todavía a quien quiera escucharla.
10 Comentarios:
Quise aguantar el comentario, pero no pude,considero que ya tenemos en la tierra de las fresas un nuevo Edgar Allan Poe, un relatador extraordinario.
Felicidades :)
snif, snif, snif...
pobre Amalia...
pobre de mi, que me has dejado con el suspiro gélido de pensar en los niños llorando...
y si, lo que anónimo dice es verdad...Tu calidad y la increible forma de relatar es de excelente..
Te has ganado un beso grande...
y una entrevista con otra virgen loca que conozco...
y que tb sabe hacer el silencio...
y shhhhhhhhhhhhhhh...
Te quiero mucho Mi pequeño Ce...
Ufff cuánto suspenso! Entraba siempre a verte y la historia seguía igual... ha sido una sorpresa Enorme leer la III parte!
Por supuesto la calidad de tu escritura no está en duda. Siempre me gustó la forma en la que escribís, es uno de los primeros blogs que sigo. Lo que no deja de maravillarme es la capacidad de transmitir imágenes tan nítidas; siempre me ha llamado especial atención.
Te dejo un beso enorme, invitándote a leer mi último post. Intenté agregar bastantes imágenes y me gustaría saber tu opinión...
Un abrazo.
Si algún mérito tiene el escrito es que logré exorcisar de mi mente, tal vez de manera momentánea, este suceso que me atormentó durante meses, y me hizo reflexionar sobre el fanatismo, sobre el temor, la incertidumbre y, de manera especial, en aquéllos miedos que terminan por enloquecernos.
Gracias a todos por sus comentarios, en las tres entregas, espaciadas entregas.
Tengo semanas y meses que ese hueco del estómago y esas ansiedades por el futuro... por el presente...
No sé... ese hueco crece.
Ya veremos, ojalá que el tiempo se convierta en nuestro aliado y no al contrario.
De nuevo mi agradecimiento.
Ops! Ce! No puedo ver tu página!
No me baja sino hasta la mitad del post anterior... no puedo hilar la historia!!!
Me sale en la barra inferior,error.
;-( Me quedo en ascuas!
Ce, le dsite un final preciso a la historia.
El exorcismo al que te refieres, espero te dé paz.
gran salute.
Ce mio..
yo te extraño...
besitos;)
Cuando estrenes equipo, verás que el tiempo es y será tu y nuestro mejor aliado, cuida ese estómago con Naturaleza no con Pepés.
Un abrazo con el mejor afecto.
Digo..
no es por ná..
pero cuando piensas presumirnos tu nueva adquisición XP?:o
bah!
te pasas...
besitos mios mi Ce..
Ce, pasa algo? Ojalá estés tras alguna reflexión prometedora, afinando y afilando la lapicera para escrbiri...
Un beso enorme!
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