LA BELLA DURMIENTE DE JARAL
Hay días que los ojos no controlan el
sueño
y
los deseos se hacen realidad…
Para ti Connyjita
Érase un lugar no muy lejano, cerca de una montaña y rodeado
de nubes de algodón y campos verdes radiantes entre árboles frondosos, que al
tocarse parecen besarse como esos enamorados que no pueden saciarse y permanecen
durante horas abrazados, desnudos, cubiertos sólo por su mismo deseo.
A ese sitio mágico se llega por un camino sinuoso, una
vereda estrecha forrada de pavimento, que en días de urgencia y prisa por
llegar resulta interminable, pero que muchas veces con la fuerza de dos
corazones está a la distancia del pensamiento que todo lo acorta y todo lo
puede, porque cuando existe deseo y voluntad, cuando esto se combina cualquier
cosa termina por ocurrir.
Ahí permanece encerrada entre cuatro paredes, en un frío y
oscuro espacio, una cálida y joven mujer llena de sueños e ilusiones, de mirada
pícara y soñadora, pasa las horas contemplando la vida dentro de un cubo de luz
brillante que la mantiene ocupada durante todo el día, hasta que llega la noche
y se retira a su morada a intentar dormir.
Ella tiene años sin lograrlo, recuesta su cabeza en la
almohada, gira de postura, cierra los ojos fuertemente y mira a través de la
ventana, hacia la distancia, como esperando que algún día pase algo que cure su
desvelo y le permita conciliar el sueño, pero siempre es lo mismo, está en una
vigilia constante soñando despierta entre las sábanas frías sin algo que le
brinde ese necesario calor interno que necesita para perderse en el limbo.
Cierto día, mientras contemplaba el cubo brillante, vio que
unas palabras aparecían grabadas como una invitación, era un saludo sencillo,
una confesión y un llamado de otra persona, otro corazón solitario que le decía
solamente lo siguiente: “Me gustaría conocerte, quisiera hacerte sonreír…”, y
decidió aceptar la propuesta.
Empezaron a intercambiar mensajes sin la única expectativa
que estrechar un lazo que los pudiera liberar a ambos, con el único compromiso
de intentar ser felices, un diálogo sencillo, transparente, y algunas veces
sensual, en especial cuando ambos tras largas pláticas aceptaron que eran
apasionados y deseaban conocerse.
No se tiene la fecha exacta, pero quienes han escuchado la
historia, comentan que fue a finales de agosto cuando por fin sus manos se
encontraron, sus ojos brillaron y pudieron estrecharse en un extraordinario
abrazo, en un maravilloso beso que los dejó durante el instante que duró
flotando en un mundo distinto al que estaban acostumbrados a vivir.
Ambos buscaron romper con el hechizo de ella, fueron a un
lugar donde preparaban brebajes mágicos con la esperanza de que existiera algo
que le permitiera conciliar el sueño, bebidas que combinaron con sus besos, con
sus caricias, con palabras dichas en el oído, abrazados para transmitirse calor
mutuo, con deseos de no separarse.
Finalmente decidieron estar solos, caminaron por el bosque,
eligiendo un espacio entre el follaje, al cobijo de los árboles y de las hojas
que ya habían comenzado a caer, al igual que sus ropas que para entonces ya les
estorbaban.
Se sabe que los animales del bosque callaron discretamente
ante la fuerza de sus suspiros, ante la pasión que sus cuerpos emanaban, ante
el brillo que parecía salir de los dos mientras se encontraban unidos piel con
piel, pero sobre todo callaron cuando se escuchó un alargado gemido de ella al
explotar mientras cabalgaba sobre su adorado príncipe.
Después, ella simplemente cerró lo ojos y durmió lo que pareció
un siglo, pero al final después de unas horas despertó abrazada en sus brazos,
sólo escuchando como un murmullo sus palabras de amor en el oído, y siempre,
desde entonces, duerme plácidamente al concluir una noche más con él.
1 Comentarios:
Y desde 2013, vaya
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