LAS DOS LUCHAS
Para Vir&, aunque no le gusten las rancheras
...Bajo el árbol solitario del silencio,
cuántas veces nos ponemos a soñar,
todos vuelven por la ruta del recuerdo,
pero el tiempo del amor no vuelve más.
cuántas veces nos ponemos a soñar,
todos vuelven por la ruta del recuerdo,
pero el tiempo del amor no vuelve más.
El llanto de un pequeño se escucha a lo lejos, así como el constante ladrido de los perros en la oscuridad, esos sonidos y muchos otros no se pueden ocultar al cerrar los ojos, ni con la almohada encima de la cabeza, tampoco es posible acallar en la memoria las palabras, el eco, y otra vez las palabras, esa voz…
Era intolerable para Lucila no poder encerrarse en su propio mundo, tenía que participar forzosamente en ese otro que tanto le reclamaba, pero era aquel en el cual entró hace ya cientos de noches, en donde quería habitar, como ese nocturno sueño que se pierde entre la neblina y permanece flotando.
Acababa de apagar la radio. El dulce sonido de ese viejo vals que repetían siempre a la misma hora, ese en el que utópicamente todos vuelven, y que a ella le hacía necesario creer, se escuchaba tan bien como si fuera verdad, se deslizaba en sus oídos con tanta facilidad que algunas veces terminaba con lágrimas en los ojos.
Estaba sola y ella era conciente de ello, desde que su padre murió siendo una niña, nunca había conocido a nadie que le brindara cariño. Pero un día, hace algunos años, le habían susurrado algo que no podía olvidar:
“Creo en lo que eres, pero tú necesitas creer en lo que soy para que podamos estar juntos…”
Lo escuchó cerca de su oído derecho, mientras permanecía recostada viendo hacia la pared en esa habitación que compartía consigo misma, y sintió un escalofrío por toda la espalda que la dejó paralizada, agonizante, muda.
Una anciana, vecina de su cuarto, a la que necesitó confesarle lo que había vivido, imaginado, alucinado, fríamente le dijo en ese entonces:
-¡Ay Lucha! a ti el que te habló fue otro muerto, ya no le busques, esa era su voz, pero ya se fue, olvídate de eso… él no va a regresar… piensa que a las palabras se las lleva el viento, así me pasa siempre eso a mi.
No era tan fácil, no para ella. Las palabras eran cálidas, invitadoras, sugerentes, únicas, necesarias, la atormentaban pero la hacían sentir menos muerta, con ese hálito de vida que sólo sentía por las noches.
Recordaba cada una, sílaba por sílaba, pero en especial resonaba en su cabeza y en su pecho la necesidad de creer para estar junto a esa otra persona.
Quería creer, estaba dispuesta a hacerlo.
Caminaba con los ojos abiertos hacia lo demás, pero vueltos hacia adentro todas las mañanas, tardes y noches en que iba y regresaba en ese deambular sin sentido, por un largo pasillo colmado de puertas y ventanas completamente cerradas.
Una mañana vio a otra mujer, muy parecida a ella misma, que se encontraba recargada en una de las blancas paredes, cerca de una ventana, murmurando algo entre dientes, su cuerpo tiritaba, apenas podía distinguirse algo como una vieja canción:
“Mañanita...Mañanita...
sabes lo que sufro yo...
triste vengo a suplicarle
que me vuelva a dar su amor...”
Se acercó para tratar de ayudarla, la tomó de los brazos, sin apenas tocarla, y comprobó lo que temía, lloraba sin derramar una lágrima, pero en lo profundo de sus ojos se veía un pozo oscuro líquido.
Le recostó la cabeza en su hombro, ni cuenta se dio ni supo cómo lo hizo, pero al sentir su respiración cerca, esa calidez que brinda un abrazo, las lágrimas de las dos empezaron a fluir, a confundirse.
Sin ponerse de acuerdo comenzaron a caminar hasta llegar al cuarto de Lucila, ahí, como un reflejo, se sentaron al mismo tiempo al borde del catre, siempre las dos calladas.
Sus ojos empezaron a murmurar palabras, iniciaron un sencillo diálogo, se intuyeron iguales, sonrieron, esbozaron primero una sonrisa tímida, luego ésta les cubrió todo el rostro.
La mujer se presentó, su rostro pálido, fantasmal, contrastaba con la tez morena de Lucila, pero se parecía tanto a ella misma.
-Me llamo María de la Luz, pero todos me conocen como Lucha -le dijo, con una voz idéntica a la suya- No recuerdo cómo llegué a este sitio, estoy confundida, apenas hace rato soñaba con alguien y cantaba una canción, no sé qué hago aquí.
-No te preocupes –le contestó ella-, nadie lo sabe, puedes quedarte el tiempo que sea necesario, yo seré tu amiga, somos casi iguales, a mí también me llaman como a ti, ya no estaré tan sola, ni tú tampoco, nuestra amistad será un secreto...
Lucila se queda callada de pronto, ve cómo entra una mujer de bata blanca moviendo la cabeza, con una cara de reproche, casi ni escucha lo que le dice.
-Otra vez hablando sola Lucha, de nuevo vas a empezar con eso, haber tómate tus pastillas, si no nunca te vas a curar.
No le importa, abre la boca sin protestar, incluso le da tiempo de sonreírle a la otra Lucha que sólo se queda viendo la escena sin participar, ambas hacen un guiño cómplice casi al mismo tiempo, las dos saben que nunca van a separarse.
10 Comentarios:
Don Ce Pequeño...
Esta es una de las más hermosas historias que he leído de su autoría. Me felicito a mí, por haberlo descubierto o por tener en mi destino que usted me descubriera a mí.
La palidez, la calidez, la sencillez del lenguaje... Bello, bellísimo post!
Ce pequeño,
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Gracias infinitas. Pienso, percibo que eres de esas personas genuinamente nobles y me alegro tanto por ser alguien
que aprecias, y a la que has dedicado este post tan cálido e intenso.
:-)
Ce pequeño, te dugiero escribas a
admin@ciudadblog.net y te inscribas.
Primeramente visitarías su página:
http://www.ciudadblog.net
Un prolongado abracillo Ce pequeño.
Estimado Ce:
Aprecio el enorme talento que denotas en el arte de transportarme con lo que escribes a páginas de mi remenbranza, laberintos que provocan vértigos, caídas en fosos profundos de sosiego y conflicto, en lo que han sido enigmas para mí, del comportamiento del raciocinio.
y de verdad me sorprende lo certera que es Vir& en su comentario: es vidente.
Es esencial considerar a uno mismo su primer amigo imaginario; a veces lo olvidamos y pensamos que estamos solos... Qué bueno que Lucha se encontró con su amiga Lucha.
Un abrazo...
Doña Martrix, querida vecina: también estoy satisfecho del encuentro fortuito, y del afecto creado en estos caminos insospechados hace apenas algunos meses, quién lo iba a decir, gracias por tus palabras. Como diría Ibargüengoitia, cuando escribo sólo lo hago pensando en mi y en mis amigos, y tú lo eres desde hace tiempo.
Querida Vir&: Seguí tu consejo. Te agradezco los comentarios, no sé si sea noble, pero al menos un santo no soy, ando cargando mi cruz como cualquiera pero eso es todo, además debo reconocer el papel que desempeñaste para que este post fuera una realidad, esa deuda no ha quedado saldada, recibe un abrazote de mi parte.
Gerardo: La capacidad para transportarte es completamente tuya y qué suerte que utilices como vehículo lo que escribo, el propósito es ese, liberar lo que está adentro de uno para compartirlo con los demás y que el peso se aligere, te envío un afectuoso saludo, estamos en la misma senda.
Aus, amiga editora: Me resulta difícil verme como mi propio amigo, hay algunas personas como Lucha que lo logran, en realidad me parece más sencillo, ahora, en este momento de mi vida, considerar mis amigos imaginarios a gente como tú y como los que se toman el tiempo de leer y escribir en este espacio, gracias por compartir conmigo.
Noemí de mi corazón, doctora infalible: Ustedes son mi alter ego, en personas como tú encuentro mi propio reflejo, ya te lo dije hace tiempo, es como una adicción, ahora no imagino las cosas sin esta máquina frente a mi y sin las palabras que de tiempo en tiempo nos enlazan, es un placer haberte "conocido".
Me gratificas con tus visitas, y lo que has escrito, me confirma en la existencia de los afectoa en la blogosfera, que nacen, crecen y se sustentan en la comunicación.
Cyberafectos, diría alguien.
Tienen sus propias características y la que me importa más es aquella que devela lo esencial de uno mismo.
Un abracillo.
Ce pequeño, me gusta mi nueva identidad de "amiga imaginaria"; siempre soñé con serlo...
¡¡¡WOW!!! ¿Como escribir algo digno de lo que para mí ha sido el mejor post que he leído en mucho tiempo? Sin demeritar a ningun otro de los que hayas escrito, pero este en particular me envolvió, aun con que tuve que leer mil veces un mismo parrafo ya que en el cyber hay mucho ruido y me desconcentran, mi mente lograba salir y entrar una y otra vez a esas paredes blancas. Me siento muy identificada con lucha porque a veces hace falta que nosotros mismos nos apreciemos, nos apapachemos y nos hagamos sentir acompañados aunque no falta quien vaya y nos abra la boca para darnos nuestras pastillitas de realidad y amargura. Felicidades me haz dejado nuevamente con una gran sonrisa en la cara y en el alma. Te quiero Ce!
Esperame Daniel, esperame, dejame dejarle un comentario a mi amigo Ce. Disculpen, es que estoy en compañía de alguien que me encontre, que curiosamente le dicen niquelote como a mí y está aquí a mi lado. Creo que todos en algún punto de nuestra existencia nos sentimos solos, sentimos que nos falta alguien. Pero si no creo en mí mismo, como podré estar bien conmigo mismo? Ce, realmente este es un relato para reflexionar, y definitivamente No para leerlo una sola vez. Es mas, creo que lo leeré un par de veces más, y dejaré un nuevo comentario, estoy seguro que cada vez que lo lea, me percataré de una cosa más de tantas que seguramente quisiste transmitirnos al estarlo redactando. Un abrazo
Vir&: En verdad los afectos crecen y se multiplican con las palabras, con la comunicación, a veces me pregunto si existen otras maneras, porque ésta ha resultado ser muy efectiva.
También te mando no uno sino varios abracillos.
Aus: En los sueños encuentras, casi siempre, la respuesta a los verdaderos anhelos, sé que ahora eres mi amiga imaginaria, pero tengo la esperanza de algún día conocer todo el "paquete", porque el contenido ya lo conozco.
Te mando un beso.
Amiga Rosy: gracias por tus palabras. Es cierto lo que señalas, esas pastillas de realidad nos las dan diariamente algunas personas que quieren "curarnos", pero nosotros preferimos seguir con la esperanza de encontrar mejores cosas en nuestro interior o en una realidad distinta.
Espero que tú también tengas suerte.
Niquelote: Un gusto leerte, nunca pensé que compartieras aventuras contigo mismo, te imaginaba instalado en la cordura, en los cables y en las tripas de las máquinas, te agradezco lo que me dices, sé que cuento con tu amistad.
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