lunes, febrero 20, 2006

HOY ME VESTÍ PARA TI

Ya lo sabes... es para que sonrías otra vez y es verdad


Ayer aprendí a hacer el amor de nuevo, no, más bien supe lo que es hacer el amor de una manera distinta, de una forma especial, sin necesidad de utilizar el sentido del tacto, sin hacer esfuerzo por tener un contacto físico, ayer por fin hice el amor con la mirada, con el olfato, con el pensamiento, con las palabras, ayer fui tuyo.

Hace tiempo me preguntaba si esto sería posible, te mentiría si te dijera que mi respuesta fue afirmativa, incluso hace unas horas, antes de verte, todavía no estaba seguro de nada, ahora ya lo estoy, sé que juntos lograremos grandes cosas o pequeñas, no importa que no tengan tamaño, los dos podremos realizar sueños o soñaremos por el puro placer de soñar.

Antes de que tu sonrisa se apagara me resultaba difícil creer en ese algo, creer en la posibilidad de hacerlo, de crear un mundo aparte, de construir una realidad paralela, un espacio alterno donde pudiéramos estar y existir, donde eso que aún no tiene nombre, un día cubriera las paredes, el piso y el cielo.

Nos vimos como todos los días a la misma hora, muy de mañana, es imposible no hacerlo, tú te veías indiferente o diferente, hay quienes dicen “ausente”, yo también lo noté y preferí no callar, te dije - ¿qué te pasa? Te veo distinta-, tú como siempre permaneciste callada.

Decidí continuar. Sin tocarte, acaricié con mis ojos tus manos primero, deteniéndome un poco en tus uñas, en tus nudillos, en tus azules venas, en tu piel traslúcida.

Después continué hasta llegar a tus hombros, percibí el aroma de tu cabello castaño recién peinado, me detuve un poco en tus oídos, contemplé el suave vello con reflejos dorados en el lóbulo izquierdo y me estremecí, te llamé sin querer muy despacio: “Mariposa”.

Mis pupilas se posaron un largo rato en tus ojos, en tu delicada nariz, en tu boca, más tiempo en tu boca, mucho más tiempo, y alcancé apenas a retirarme no sin antes colocar uno, dos besos pequeños.

Bajé hasta la parte descubierta de tu cuello, exactamente en ese punto donde colocabas un toque de “Allure”, de manera morosa permanecí oliendo esa fragancia que ahora descansa en mis dedos y me acompaña, en ese momento supe que podía lograrlo.

Abrí tu bata. La contemplación de tus pechos me desarmó un instante pero no retrocedí, ni el candor de unos botones en flor habría de hacerme desistir, recordé el pudor de esa primera vez juntos, el sentimiento fue similar, y la mirada se convirtió en una lengua ávida pero también tímida y suave.

Cuando escuché mi propia voz de nuevo diciéndote tantas cosas no me hice caso, recorrí tu cintura, con emoción acaricié las marcas que me recuerdan que eres humana, el paso del tiempo sobre tu cuerpo y sobre el mío, tu madurez.

Finalmente llegué al centro de tu cuerpo y permanecí ahí minutos interminables en comunión, entrelazados, buscándote los ojos, encontrándote sin hablar, dando gritos sin emitir ningún sonido, juntos por fin, otra vez juntos.

- Mi Mariposa, hoy me vestí para ti como todos los días, pero hoy tenía la esperanza de que esto pasara-, te repetí al oído muchas veces, te susurré en los ojos y en tu cabello.

Cuando me despedí de ella más tarde, cuando tuve que abandonar el hospital donde se encuentra flotando a la deriva en su mente, supe que así como ayer, hoy y mañana, estaré a su lado, esperando verla despertarse, esperando que su sonrisa regresé de nuevo, con el consuelo de haberla hecho mía sin necesidad de tocarla.

Aquí estaré para ti, le dije, aquí estaré.

martes, febrero 14, 2006

EVA CORONADA...

Para Marcela, por sus voces nómadas

Emerges de la luz, emerges de la noche.

Asomas con tu sonrisa felina, elástica, atenta en tu rutinaria distracción, en tu verde infinito lleno de rocío, inmersa en la delicada fiereza que se refleja en cada uno de tus movimientos.

Eres tú y eres otras, repetida y multiplicada en los latidos de ese corazón que no para de gemir, que renueva en un alargado tamborileo las palabras de la vida, lo que significa estar palpitando cubierta del oscuro reflejo solar y de esa brillante claridad nocturna.

Días eternos y noches que nunca mueren.

Eres oriente y occidente, así como te vas, así de esa misma manera vienes, regresas.

Ir y venir… desdoblas la mirada cada cierto tiempo, acaricias la palidez de la noche y te desvelas con los amaneceres rojos, iridiscentes en la pupila.

Las plantas de tus pies echan raíces en la epidermis del tacto de esa otredad, bifurcándose hasta unos hombros que te acogen y te ofrecen reposo, como esa calma antes de la tormenta, como ese beso trémulo primero.

Y luego tus piernas, cual palmeras salvajes, se agitan ante el vendaval de las caricias que no cesan, humedeciendo la savia de todo tu cuerpo, de los cuerpos.

Unos dedos fugitivos de ti, nerviosos, temerosos y titubeantes ante lo desconocido, exploran los rincones solitarios de la naturaleza que eres tú, que es él, en busca de refugio, en busca de sosiego y llegan hasta ese monte con tu nombre cubierto.

Te reconocen, se reconocen.

Tus brazos, semejantes a ramas del árbol de la vida, cubiertos del rubor matinal se estremecen en la quietud del abrazo, y ciñen, oprimen, quieren fusionarse en ese estrecho contacto en el aire, el agua y el fuego, en la tierra de tus ancestros, en la fresca y árida hierba que también eres tú.

Eres, en el reposo que da sentirte viva, una Eva coronada llena de estrellas fulgurantes a tu alrededor, que chisporrotean en las noches desiertas.

Y sonríes al sentirte plena, en paz con tu diálogo corpóreo, y vuelves a sonreír una y otra vez. Después cierras los ojos.

jueves, febrero 09, 2006

JUGAR TANKA

Haber, a petición de Ale, desde Aieux, un juego literario, una forma poética oriental, un pequeño poema de sílabas precisas (5 – 7 – 5 – 7 - 7), que debe continuar partiendo de la frase marcada con rojo.


La rueda muerte
gira sincopada ya...
fuego voraz que
atraviesa el aire...
y domina tus sueños.

Me gustaría que este poema, este jugar tanka, que viene desde tan lejos formando eslabones en sitios distintos, se hiciera presente también contigo Vir& y contigo Noemí.

Ojalá no tengan inconveniente.

(Para más instrucciones pueden visitar el blog cuentos que cuentan)

miércoles, febrero 01, 2006

LA LLAMADA

Eran como las siete, las ocho de la noche. Afuera, através del hueco de la ventana, se escuchaban con cierta claridad las voces de los adolescentes que no pueden parar de expresar su desenfado. En la oficina, solo, con el monitor frente a mí, mirando de vez en cuando mi celular, a la espera de algún mensaje cifrado, me despierta de pronto el repiqueteo del teléfono.

Desde el conmutador una voz neutra, con acento profesional me dice:

-Le llama M, me pregunta si puede atenderla.

No conozco a ninguna M, pienso, y luego recuerdo a esa mujer, la amante oficial de un gran amigo, a quien me ha dado por llamar en el pensamiento, el hedonista empedernido.

Descarto que sea ella, hasta que escucho su voz. Está llorando, al principio no entiendo qué quiere, permanezco callado, no sé qué decirle. No pasa mucho tiempo para que comprenda lo que me quiere comunicar.

Ha visto, desde un autobús, a mi amigo el hedonista, lo vio acompañado por otra, lo ha visto que va con una sonrisa, lo ha visto y ha comprendido que es feliz también si no está ella.

No sé si me olvidé decirles que mi amigo es casado, y ella lo ha visto y sabe que la que va del brazo de él no es su esposa.

Ella, M, con voz entrecortada por los gemidos y el llanto, me pide que le diga a ese hedonista empedernido que no vuelva a buscarla, que se olvide de que alguna vez hubo algo entre ellos, que se olvide del hijo que engendraron... me pide muchas cosas.

Me explica que se ha cansado de marcarle a su teléfono, que no encontró otra salida que hablarme a mí…

Y yo sigo callado.

Después de un rato cuelga, y me quedo escuchando el sonido del teléfono lo que dura una mirada perdida.

Todavía, ahora, no sé qué decir.