LAS FOTOS PROHIBIDAS
Para ti, ya lo sabes
Lo difícil fue mantener la postura, permanecer rígido, con el deseo latiendo, por más que en mi mente estuviera tu figura, por más que antes del flash toda entera te me presentaras, aún así era complicado plasmar como un bosquejo terminado un sueño, pero, pese a todo, logré que el secreto de mi ardor quedara reflejado para ti ese día de junio.
Todo comenzó aquella tarde cuando me pediste que me mostrara tal como soy, que te enviara unas fotografías con mis ansias encima, que pudiera complacerte con imágenes que reprodujeran la esencia persistente de mis sentidos.
Y así lo hice.
Busqué la madrugada exacta, el anochecer apropiado, el mediodía mágico y la medianoche de mis desvelos para poder crear en el papel todos los deseos que en esas horas me despertabas, y que hacías que surgieran en mi epidermis con sólo saberte a mi lado, con la pura idea de tenerte alguna mañana sin hora, sin minutos y sin segundos: robada a la existencia.
Tomé la cámara, la puse en posición, encima de unos libros, las últimas novelas de amor que leía para seguir ese laberinto de la fantasía que me convocaba tu recuerdo, para reconocer en esos personajes de ficción lo que éramos y somos en la virtual realidad transfigurada por nosotros mismos.
La coloqué una y otra vez, la moví, la hice girar, le clave la pupila hasta que encontró su sitio exacto, hasta que mi cuerpo embonara justo en la lente, sin necesidad de acrobacias, como en esa imaginación compartida se acomodaban los nuestros.
Reprogramé el tiempo, apenas lo necesario para esbozar una leve sonrisa, más atento al obturador y a esa pequeña luz roja intermitente que a las urgencias de mi ser, que a la apremiante necesidad de mostrar las partes ocultas, secretas, de lo que en la superficie nadie veía.
Fue todo un rito mostrar tanta piel encima mío, mostrarme, sin otra cosa que las venas palpitantes al descubierto, como si estuviera renaciendo en la edad adulta, como un alumbramiento en cada flashazo y una libertad sin límites.
Mostrarme desnudo, mudo, solo, con miles de gritos al silencio del sonido provocado por la cámara.
Y ya lo ves, ahora estoy así, y tú me estás viendo.